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300%

de aumento de la capacidad

67

puertas de embarque

96

mostradores de facturación automática

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El reto

Trasladar a millones de personas, 24 horas al día, 365 días al año, a través de un espacio gigante es una tarea enorme. Conseguir esto, mientras se trabajaba para duplicar ese número y seguir funcionando con normalidad, fue el reto al que se enfrentó el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago de Chile.

El aeropuerto tenía un objetivo claro: una rehabilitación completa con una nueva terminal internacional de última generación. Este proyecto de construcción, uno de los más grandes de la historia de Chile, debía ser un símbolo para la nación. Además, para los 38 millones de pasajeros que se prevé que pasarán por aquí al año, tenía que ofrecer una experiencia que superara la mera funcionalidad de proporcionar una excepcional primera y última impresión del país.

La solución

Como uno de los 10 aeropuertos más importantes de Latinoamérica, y con un creciente 98% del tráfico internacional de Chile utilizándolo, una nueva terminal internacional era de gran necesidad. En busca de diseñadores con una reputación mundial y reconocimiento local, ADP Ingénierie subcontrató a Arcadis al inicio del proyecto como ingeniero estructural y sísmico.

Dirigiendo el diseño global, ADP Ingénierie, en colaboración con Arcadis, fue designada por VINCI Construction Grands Projects para diseñar el paquete de infraestructuras del espacio aéreo, los estudios de diseño arquitectónico y de sistemas aeroportuarios especiales para ambas terminales, así como para los edificios de aparcamientos cubiertos. Este proyecto fue el primero que se realizó íntegramente en BIM.

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    Con una inversión de 990 millones de dólares estadounidenses del Ministerio de Obras Públicas (MOP) de Chile, la mayor de este tipo en 20 años, el foco de atención se centró en cómo un proyecto de esta magnitud cumpliría con sus expectativas. Duplicar la capacidad del aeropuerto (originalmente diseñado para 16 millones de pasajeros) implicó modificar y ampliar la estructura original para crear un aeropuerto de dos terminales considerablemente más grande, de 248.346 m², sin dejar de gestionar el tráfico existente.


    La colaboración, que se ajustó rigurosamente a las instrucciones, dio como resultado una terminal nacional totalmente renovada, con un nuevo edificio específico para los vuelos internacionales y regionales, ambos equipados con tecnología de última generación para agilizar los tiempos de espera de los pasajeros.

El impacto

El éxito de este proyecto es ineludible en la espectacular transformación del aeropuerto. Más allá del radical aumento de la capacidad del aeropuerto en Santiago, se ha redefinido la experiencia de los pasajeros. La nueva terminal de 67 puertas reduce drásticamente los tiempos de espera gracias a la instalación de 96 mostradores de facturación automática, 64 mostradores de recogida de equipajes, un 40% más de mostradores de inmigración y un nuevo sistema de manipulación de equipajes.

Ahora que se ha minimizado el tiempo dedicado a los aspectos funcionales, los viajeros pueden centrar su atención en las nuevas zonas comerciales, los restaurantes, el teatro abierto de 250 plazas, los espacios verdes y la zona de eventos. También se han tenido en cuenta detalles como incluir una sala de lactancia. Además, hay más de 6.000 plazas de aparcamiento, una estación de autobuses, nuevas salas VIP y espacios para exponer arte chileno.

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    Los factores medioambientales son igualmente importantes: se han sustituido 10.336 luces tradicionales a LED; se han introducido seis nuevos buses eléctricos; siete hectáreas de terreno del aeropuerto se han reforestado y más de 600 árboles se han donado al ayuntamiento de Pudahuel, donde se encuentra el aeropuerto, todo ello junto a una planta fotovoltaica con una capacidad de 826 KW. ¿El objetivo? Reducir la huella de carbono del aeropuerto en un 40% para 2030 y lograr cero emisiones netas para 2050. Como resultado, esta encarnación del siglo XXI del Aeropuerto Internacional de Santiago puede enorgullecerse de ser una de las primeras en Sudamérica en alcanzar el Nivel 2 de la ACA (Airports Council International).


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