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A medida que el calor aumenta en las ciudades, ¿cómo podemos bajar la temperatura?

Sept 12, 2022

AUTOR

Piet Dircke
Global Director for Climate Adaptation
Director Global de Adaptación Ambiental

Los veranos en las ciudades son cada vez más calurosos, y las olas de calor son más frecuentes y severas. Esto afecta tanto al medio ambiente como a la vida de las personas y sobrepasa la capacidad de adaptación de los sistemas naturales y artificiales. Para proteger los ecosistemas y las comunidades, tenemos que pensar en soluciones holísticas para combatir el estrés térmico urbano, asegurándonos de que nadie se quede atrás. Pero, ¿por dónde empezamos?

No tenemos que ir muy lejos para observar el impacto del cambio climático. En los Países Bajos, donde vivo, hemos sufrido una sofocante ola de calor este verano. Las temperaturas más altas se registraron en la ciudad de Maastricht, con 39,5 °C. En el Reino Unido también se produjo una ola de calor sin precedentes, con temperaturas superiores a los 40 °C, y se difundieron avisos ciudadanos en todo el país sobre cómo afrontar las altas temperaturas. Delhi alcanzó temperaturas aún más altas, registrando 49 °C en mayo; y varios estados de Estados Unidos (el más reciente, California) declararon "emergencias por calor", instando a la población a permanecer en casa o abriendo centros comunitarios para las personas que quisieran refrescarse.


Efectos del calor 

Hoy en día, las ciudades representan menos del 2 % de la superficie de la Tierra; sin embargo, producen más del 68 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, lo que contribuye al aumento de las temperaturas. Se prevé que otros 2.500 millones de personas residan en zonas urbanas en 2050, por lo que las emisiones de gases de efecto invernadero, y las temperaturas, no harán más que aumentar si no se adoptan medidas.

Las ciudades también absorben y retienen una enorme cantidad de calor. El "efecto isla de calor urbano", causado por la actividad humana y el diseño de los espacios públicos, será más pronunciado que nunca. Y esto supone un problema, ya que las ciudades actuales no están diseñadas para hacer frente a este aumento del calor. 

Entonces, ¿Qué podemos hacer para garantizar que las ciudades sigan adaptándose para proteger a los más de dos mil millones de personas (aproximadamente una cuarta parte de la población mundial1) que se estima que están en riesgo de exposición al calor urbano? La respuesta radica en encontrar soluciones innovadoras, sostenibles e inclusivas, sin emisiones de carbono, para hacer frente al aumento del estrés térmico urbano. Pero esto solo será posible si trabajamos colectivamente para idear planes creativos y adaptables, tanto a corto como a largo plazo. Proponemos algunas soluciones... 


Liderazgo y participación de la comunidad para estar mejor preparados hoy en día 

La exposición al calor extremo es muy desigual y afecta especialmente a las personas mayores que viven en las ciudades, a quienes padecen enfermedades y a las comunidades marginadas. Para asegurarse de que nadie se quede atrás, las autoridades y comunidades locales deben trabajar unidas para encontrar soluciones que beneficien al conjunto de la población. 

Podemos iniciar el contraataque con una acción rápida en el ámbito comunitario, creando entornos de apoyo a través de actividades como sistemas de colaboración para atender a las personas mayores y a quienes padecen enfermedades crónicas, distribución de botellas de agua y eventos comunitarios en los espacios públicos más frescos para dar un respiro a las familias y a las personas que viven solas, especialmente. Todo ello debe ir acompañado y respaldado por programas municipales que sitúen el "estrés térmico" en el centro de la agenda ciudadana. Además, resulta fundamental que exista un liderazgo claro en este ámbito para proporcionar el apoyo necesario y promover las actividades de divulgación. Muchas ciudades de EE. UU. han contratado ya a responsables de la lucha contra el calor para responder con urgencia a los largos periodos de calor excesivo, cada vez más frecuentes con el paso de los años.

Las estrategias térmicas y una mayor predictibilidad para mitigar el efecto del cambio climático en nuestras ciudades, pero sobre todo en la ciudadanía, son actualmente una prioridad. Aunque se trata de una ardua tarea, no tiene por qué intimidarnos. En colaboración con los clientes, hemos tenido un éxito notable en todo el mundo, pero las ciudades se encuentran en distintas fases de establecimiento de estos marcos y objetivos para combatir el estrés térmico urbano. La pregunta que debemos plantear ahora es: ¿qué pueden aprender unas de otras y cómo pueden colaborar más allá de las fronteras para encontrar las soluciones más eficaces e integradas? La clave, de cara al futuro, está en un sólido liderazgo y la asunción de responsabilidades para abrir el diálogo, en pensar de forma más holística y transfronteriza en soluciones equitativas y basadas en la naturaleza, y en movilizarse a todos los niveles para actuar ya.


  1. Estudio "Global urban population exposure to extreme heat" (Exposición de la población urbana mundial al calor extremo) de la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences
  2. Biological and Environmental Research (Investigación biológica y medioambiental), Energy.gov

AUTOR

Piet Dircke

Global Director for Climate Adaptation